Granada en Verano

No saben los granadinos el bien que nos hacen a algunos al emigrar cual lemmings hacia la costa en la misma época del año, en verano. Esa inmensa marabunta de granaínos que cogen la A-44, antigua N-323 (nótese la ironía de la A, A de A-utopía, perdón A-utovía :D), nos permite a los que nos quedamos disfrutar de la ciudad sin agobios.

No se pueden imaginar el gusto de pasear por la Carrera de la Virgen sin darse codazos con la familia que va delante por encontrar un carril que te permita avanzar a más de 1m/s por el flujo humano que sube (o baja) por la sombra de los plátanos.

Es curioso, con lo grande que es Granada, y a todo el mundo le da por pasear por las mismas tres calles ¡¡salvo en verano!!. Pues ayer domingo, disfruté de la ciudad. Paseamos tranquilos, nos tomamos nuestro helado, subimos hasta el Paseo de los Tristes, caminamos por el Realejo... y todo ello a unos agradabilísimos 27 grados. Mientras, en la costa, los domingueros apenas podían bañarse de lo fría que estaba el agua a causa del poniente...

Pero como todo no puede ser perfecto, tuvo que venir un conductor de Autobuses Alhambra (concesionaria de los autobuses que suben al Albaicín, Sacromonte y Alhambra) a fastidiar la noche. El conductor que llevaba el vehículo 128 en la noche del domingo 22 de julio de 2007 (línea 32) iba cual caballo desbocado por la carrera del Darro, que para quien no la conozca, tiene una anchura tal que para que pase el microbús, los peatones tienen que meterse en los portales de las casas. Pues este individuo, con sus greñas rastas al viento, iba a toda pastilla tocando el claxon, como si llevara una parturienta... y los transeúntes a poco tenían que saltar al río para evitar morir atropellados, que es más indigno que morir ahogado en el Darro.

Ruego a la empresa correspondiente (Rober, Alhambra) o al Ayuntamiento, que tome las diligencias adecuadas para que tal energúmeno tenga que buscar las habichuelas de sus hijos picando piedras en Sierra Elvira o asando espetos en la playa de la Carihuela, en lugar de utiliar un microbús como un arma asesina.